Notre Dame de Paris

Cuando llegué a Paris de los primeros monumentos que visité fue Notre Dame y desde ese día me enamoré de ella. Me encanta verla porque es como en una pintura de Monet, en cada estación del año o a diferentes horas del día cambia. En la mañana parece tan pura y fresca, a medio día luce agobiada y es en la tarde/noche que nos ofrece lo más maravilloso de ella. La luz la hace ver radiante, dulce e imponente. 



Así que pensar en un París sin Notre Dame es simplemente inconcebible. Sin embargo si Víctor Hugo no hubiera escrito Notre Dame de Paris, esa sería la triste realidad.  Notre Dame comenzó a construirse en 1163 y la terminaron en 1345, es una clara representación (y de las pocas que quedan en Paris) del arte gótico. Pero en 1789 durante la revolución francesa (la misma del libro anterior, Historia de dos ciudades), iglesias, castillos y monumentos que representaban la monarquía fueron saqueados, destruidos o utilizados con otros fines. En el siglo XIX, Notre Dame se encontraba en tan mal estado que decidieron destruirla y utilizar la piedra para hacer puentes. Es aquí donde nuestro héroe entra, pues Víctor Hugo se oponía y decidió escribir Notre Dame de Paris [1]… ¡y funcionó! Ella sigue ahí para deleite de tantos turistas y sobretodo mío, porque para mí París es Notre Dame.
Entonces para una enamorada de Notre Dame era imposible no leer el libro que la salvó, al que le debo todo mi respeto y mi eterna gratitud. Sin embargo dudé mucho en hacerlo, porque pues…hmmm… es ¡Víctor Hugo! Su simple nombre impone y siempre me había dado miedo leerlo. Pero lo hice y tengo que reconocer que todo sabía hacer Hugo, es una historia tan rica, bien escrita, profunda y accesible a todos.
Creo que la mayoría nos hacemos una idea de lo que habla, gracias Disney, y tengo que reconocer que el principio es muy parecido a la película, pero luego todo se vuelve más complicado y menos sueña, sueña… Pero la idea general es esta: un archidiácono, Frollo, obsesionado de una linda gitana, Esmeralda, quien a su vez está enamorada de un militar Phoebus y un jorobado noble que trata de ayudar a Esmeralda… porque él también está enamorado de ella.
Aunque en el libro Frollo es el personaje más interesante, un archidiácono (en ésta época los diáconos no eran laicos, como ahora, lo que les prohibía casarse) inteligente, cultivado, interesado en la ciencia (alquimia), de gran corazón, solo que tiene un problema… se enamora de Esmeralda. La cual me pareció de lo más tonta, digamos que los personajes femeninos de Hugo no se caracterizaban por su cerebro e independencia. Por cierto, la cabra Djali si existe en el libro y tiene más inteligencia que Esmeralda. Phoebus es un soldado egoísta, superficial y también bastante estúpido. Y al último nos queda Quasimodo… awwww… Quasimodo. Aunque lo seguimos mucho menos que a Frollo, es difícil no encariñarse con él, quererlo agarrar a besos y decirle ¡no me importa que estés feo, yo te quiero! Es simplemente el héroe y la representación del verdadero amor.
Y además de la maravillosa historia, Víctor Hugo intercala capítulos para hablarnos del arte gótico, de alquimia, de reyes franceses y de Paris en 1482; el cual es un deleite pues se da una idea de cómo era París en pleno siglo XV, cómo ha cambiado y qué es lo que aún queda en pie.  
Unos días más tarde de que terminé el libro me encontré en el metro dos guatemaltecos, después de las preguntas de cajón me contaron que iban a utilizar su mañana para ir a ver a Quasimodo. Yo sonreí y quería decirles “lo conozco bien, si suben a las torres seguramente lo verán columpiándose junto a Marie”


Nos seguimos leyendo. 

Foto: http://www.nyhabitat.com/blog/category/paris/paris-travel-guide/
Litografía: Steinheil, 1844 (Museo Maison de Victor Hugo)

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